decalogo DR. BUENO

por duarifa Jue Mar 21, 2019 10:38 pm

DECÁLOGO DE LA PLATAFORMA PARA LA REDUCCIÓN DE DAÑO POR TABAQUISMO

ENLACE DE DESCARGA ORIGINAL
https://www.porlareducciondedanoportabaquismo.org/

1 XII Encuesta sobre Alcohol y otras Drogas en España (Edades) 2017-2018, Diciembre de 2018, https://cppm.es/10-
12-2018-xii-encuesta-sobre-alcohol-y-otras-drogas-en-espana-edades-2017-2018/
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El Tabaquismo en España: un
problema de salud pública

La estrategia de lucha contra el consumo de tabaco en España se ha centrado hasta la
fecha en dos frentes: la prevención (para reducir el número de personas que se inician en
el consumo de tabaco) y la cesación (ayudar a aquellos que ya son fumadores a abandonar
esta conducta). En 2006 y 2010 se aprobaron dos leyes antitabaco que, pese a lograr
reducir el número de fumadores, han comenzado a dar síntomas de agotamiento. El ritmo
de disminución de la prevalencia de fumadores en España no sólo se ha estancado en los
últimos años, sino que, según el Ministerio de Sanidad, el número de fumadores es hoy
prácticamente el mismo que antes de las leyes antitabaco y el tabaco se cobra al año
50.000 vidas1; 137 muertes cada día, seis vidas por hora.
Este escenario obliga a hacer una reflexión sobre qué se ha hecho bien y qué se
puede mejorar en las políticas contra el tabaquismo, especialmente atendiendo a las
características sociales y económicas de la España actual y a la realidad tecnológica del
mundo en el que hoy vivimos.
Hasta la fecha, la prevención y la cesación han sido los pilares de las estrategias contra
el tabaquismo, y deben ser reforzados. Ahora bien, es necesario dar un paso más y añadir
un tercer pilar: reducir el daño provocado por el tabaco. Precisamente en esta dirección
se encaminan muchos países, entre los que se encuentran referentes mundiales en la
lucha contra el tabaquismo como Reino Unido, Canadá, Francia, Noruega, Nueva Zelanda o
Islandia, con resultados muy exitosos.
Evolución en las políticas
de control del tabaco
2 Evidence review of e-cigarettes and heated tobacco products 2018 report commissioned by Public Health England
https://www.gov.uk/government/publications/e-cigarettes-and-heated-tobacco-products-evidence-review
3 GOV UK. Key questions and findings from our e-cigarette evidence update
https://publichealthmatters.blog.gov.uk/2018/02/06/key-questions-and-findings-from-our-e-cigarette-evidenceupdate/
4 NHS Statistics on Smoking - England, 2018 https://digital.nhs.uk/data-and-information/publications/statistical/
statistics-on-smoking/statistics-on-smoking-england-2018/content
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De hecho, una destacada parte de instituciones sanitarias y comunidad científico-médica
internacional considera que existen nuevas soluciones disponibles que pueden contribuir a
la reducción del daño por tabaquismo para aquellos que no quieren o no pueden abandonar
el hábito mediante ningún otro método. Por lo tanto, deberían ser contempladas como
medidas complementarias dentro de las estrategias nacionales ya existentes.
La aparición en las últimas décadas de dispositivos electrónicos de liberación de nicotina,
como los cigarrillos electrónicos y otros productos sin combustión, ha demostrado que
estos pueden ser una herramienta sustitutiva eficaz del consumo de nicotina y muy
eficiente para reducir los daños asociados al tabaquismo, al eliminar la inhalación de humo
que es el causante real de las enfermedades derivadas del tabaco, no la nicotina.
Por ello, países como Reino Unido están apostando abiertamente por las políticas de
reducción del daño, ya que son conscientes de que existe un elevado porcentaje de
población fumadora que no consigue dejarlo y al que hay que ofrecer alternativas y no
dejarle desatendido.
Según la Agencia de Salud Pública Británica (PHE)2, el vapeo supone una mínima fracción
de los riesgos derivados de tabaco de combustión (un 95% menos), por lo que cambiar
completamente del uno (fumar) al otro (vapear) proporciona beneficios netos al propio
fumador y a la sociedad en términos de salud pública. Además, no constata evidencias de
que estos productos sean una puerta de entrada de los menores al tabaquismo, ya que la
prevalencia de tabaquismo entre menores sigue descendiendo rápidamente y su consumo
está confinado a aquellos que eran fumadores previamente. Según los datos de la PHE3,
los cigarrillos electrónicos contribuyen a que cada año al menos 20.000 nuevas personas
abandonen el hábito tabáquico en el Reino Unido, toda una revolución que ha permitido
bajar su prevalencia4 tabáquica del 33% al 15% en sólo 10 años.
En los últimos años en España el tratamiento contra el tabaquismo se ha centrado en un
enfoque medicalizado, que ha demostrado no ser suficiente y deja sin opciones de apoyo
a todos aquellos que no lo han logrado por esta vía. En este sentido, no se han planteado
desde las autoridades sanitarias, ni otras opciones ni medidas innovadoras para que los
fumadores con mayores dificultades en la cesación puedan reducir el daño causado por el
tabaco.
Las desalentadoras cifras de prevalencia tabáquica recientemente publicadas por el
Ministerio de Sanidad1 (34 % adultos entre 18 y 64 años fuma) muestran un modelo agotado
y hacen imperativo un cambio en el statu quo y una visión más moderna y realista sobre
cómo abordar el problema del tabaquismo y sus efectos en la salud pública teniendo en
cuenta la evolución de las expectativas sociales y los avances tecnológicos.
Mientras que compartimos fehacientemente los objetivos de nuestras autoridades
sanitarias y otras organizaciones implicadas en la lucha contra el tabaquismo (hacia un
ideal de consumo cero, protección del menor, evitar a toda costa nuevos consumidores,
campañas de concienciación, cumplimiento de la normativa y promoción de la cesación)
creemos que España debe tener un planteamiento más ambicioso y dar un paso más allá
en la lucha contra el tabaco. Por todo ello, la Plataforma para la Reducción del Daño por
Tabaquismo en España, una iniciativa formada por médicos, catedráticos, sanitarios y
científicos independientes comprometidos con la salud pública propone este decálogo con
medidas que ayudarían a reducir de una manera más efectiva los perjuicios y enfermedades
asociados al tabaquismo en nuestro país.
Hacia un cambio de
paradigma en España
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Impulsar programas públicos de lucha contra el tabaco que integren políticas y
herramientas de reducción del daño.
Favorecer la comunicación y la investigación sobre los productos de riesgo
reducido y su efecto en la prevalencia tabáquica.
Facilitar, desde las autoridades sanitarias, información pública objetiva y
científicamente validada sobre las diferencias entre los cigarrillos de combustión
y los productos de riesgo reducido.
Ante la falta de eficiencia en las políticas antitabaco en comparación con
otros países de nuestro entorno, Reino Unido debe servir de inspiración para
un enfoque innovador basado en las políticas de reducción del daño desde las
administraciones públicas, tanto nacionales como autonómicas. Las estrategias
de reducción del daño, que ya se aplican con eficacia demostrada para otras
sustancias en los planes nacionales sobre drogas, deben aplicarse también al
tabaco.
Las administraciones públicas deberían fomentar el dialogo transparente con los
responsables de la fabricación, innovación y desarrollo de estos productos, para
avanzar en la investigación y generación de estudios independientes sobre los
productos que permitan reducir los efectos del tabaquismo y su impacto sobre
la salud pública.
Las autoridades sanitarias nacionales y autonómicas, así como la comunidad
médica, deberían reconocer las diferencias entre el cigarrillo tradicional y los
productos de riesgo reducido proporcionando a los fumadores información
objetiva, veraz y basada en toda la evidencia científica, sin alarmismos
infundados, que les ayuden a dejar de fumar o, en su defecto, reducir la
mortalidad y morbilidad asociadas al tabaquismo.

Decálogo de la Plataforma para la
Reducción del Daño por Tabaquismo
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Crear un observatorio nacional para el seguimiento del consumo de productos
alternativos al tabaco convencional y su impacto y encaje en las políticas anti tabáquicas.
Establecer un comité científico de expertos que revise las evidencias y literatura
disponibles y estudie las características de los productos de consumo de nicotina
de riesgo reducido.
Promover el intercambio nacional e internacional de profesionales y expertos
científico-sanitarios especializados en reducción de daños por tabaquismo.
Este organismo debería proponer un perfil de riesgo de cada producto y realizar
evaluación y seguimiento del impacto de estos productos en la salud de la
población fumadora, así como su impacto en la prevalencia tabáquica nacional,
por segmentos de edad y grupos de población con base en criterios puramente
científicos.
Como fuente de información científica veraz, se debería nombrar un comité
científico de expertos multidisciplinar con diferentes competencias y perfiles
(sanitario, médico, académico, químico, entre otros) que tenga la capacidad
y formación suficiente en el área de la reducción de daños por tabaquismo
y sus productos para revisar la literatura científica disponible, y elaborar
recomendaciones al respecto.
Se debería facilitar el diálogo de los profesionales con otros expertos en
reducción de daños por tabaquismo de países pioneros y líderes en la lucha
contra el tabaquismo, para facilitar el flujo de mejores prácticas en el ámbito de
la reducción del daño. Al mismo tiempo, se deberían impulsar planes formativos
para los profesionales sanitarios en relación con la reducción de daños por
tabaquismo y lo que este tipo de dispositivos puede aportar para los fumadores
que no han conseguido abandonar esta conducta por ninguna otra vía.
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Impulsar la transformación del sector del tabaco hacia el desarrollo de productos
menos dañinos para la salud.
Ampliar la legislación vigente sobre los espacios libres de humo con el objetivo
de proteger a los menores.
Lanzar nuevas campañas de sensibilización públicas especialmente dirigidas a
jóvenes sobre las consecuencias del consumo de tabaco haciendo uso de los
nuevos canales de comunicación social.
Impulsar el estricto cumplimiento de la normativa antitabaco actualmente vigente.
Desarrollar un programa para instar a la industria a destinar todos los recursos
posibles a investigar e innovar en productos de reducción de daños, con el
objetivo final de abandonar la venta de productos de combustión.
Y que incluya medidas regulatorias y recomendaciones para evitar a la exposición
de los menores al humo, por ejemplo, prohibiendo fumar en espacios abiertos
de afluencia de este colectivo como playas, recintos deportivos o parques. Estas
restricciones deben ceñirse exclusivamente a los productos de combustión.
Es necesario lanzar nuevas campañas de sensibilización dirigidas a jóvenes sobre
las consecuencias del consumo de tabaco haciendo uso de los nuevos canales
sociales, ya que las campañas tradicionales están cada vez menos adaptadas al
principal público al que deben de estar enfocadas: los jóvenes y menores. Estas
campañas deben estar especialmente encaminadas a evitar que los jóvenes se
inicien tanto en el consumo de tabaco como en el de nicotina.
Se deben redoblar los esfuerzos para garantizar el cumplimiento efectivo de
la legislación antitabaco y crear las disposiciones necesarias para vigilar las
restricciones de venta a menores de edad, a la publicidad y el estricto control
sobre los espacios públicos donde no está permitido el consumo. Es primordial
mantener la actual separación legislativa entre la normativa aplicable a los
cigarrillos convencionales y la aplicable a los productos de riesgo reducido.